Suárez-Chamorro

 

Juan Gaitán
Periodista y Escritor

Suárez-Chamorro, el ser dual

De Antonio Suárez-Chamorro se pueden decir muchas cosas. Se puede decir, por ejemplo, que es un artista plástico autodidacta, que comenzó estudiando en profundidad a Beuys, Tàpies, Millares, Brossa y Chirino, para acabar no pareciéndose a ninguno de ellos, aunque de todos tenga un aire, un asomo, un soplo.

Suárez-Chamorro ha desarrollado su actividad creativa desde los años sesenta. Ha atravesado el campo del logo, el de la pintura sobre murales, el del artista camuflado tras un seudónimo (utilizó por primera vez su nombre propio en 1989), el de cartelista y el de agitador cultural (en 1992 creó junto a otros artistas el Grupo Arte Contemporáneo "Arma" de Andalucía con el objeto de estudiar, investigar y difundir el arte contemporáneo andaluz, del que es fundador y director. En 1995 colaboró en la constitución de la Asociación por un Centro de Arte Contemporáneo y Facultad de Bellas Artes en Málaga. En 1996 fue nombrado Vicepresidente y en el 2000 presidente de la Asociación de Artistas Plásticos de Andalucía).

Recientemente ha obtenido el IV Premio Internacional Fundación Ángel Orensanz, un premio cuya característica especial consiste en el uso total de la tecnología digital por los artistas, los administradores del premio, la presentación del premio, la participación del público, su difusión y la intervención del jurado. Es posiblemente uno de los primeros premios totalmente digital llevados a cabo en el mundo, y que también se ha rendido al ineludible influjo de la obra de Antonio Suárez-Chamorro.

Y toda esta actividad casa con su “otra vida”. Dado que todo doctor Jeckill tiene su Mr. Hyde, en Suárez-Chamorro éste toma la apariencia de un economista por la Universidad de Málaga, especializado en Urbanismo, que ha participado en diversos proyectos de ordenación del espacio físico y de impacto ambiental. Entre 1998 y 2001 fue director de las Jornadas Internacionales sobre Tasación, Valoración y Gestión museística “Patrimonio Municipal” organizadas por la Diputación de Málaga con la colaboración del Instituto Andaluz del Patrimonio, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo I.A.A.P. de la Junta de Andalucía y la UNED, y en estos momentos dirige el Instituto de Estudios Locales (ISEL) de la Diputación provincial de Málaga.

Pero hoy nos interesa, fundamentalmente, el Antonio Suárez-Chamorro pintor, el irónico surrealista que mira el mundo desde sus creaciones, o mejor dicho, que nos enseña el mundo, su mundo, su concepto de la vida, desde su obra, que algunos han clasificado en una vertiente post-dadaista.

De Antonio Suárez-Chamorro impresiona, sobre todo, la energía que desprende su obra, la potencia de sus composiciones, que caminan entre el primitivismo de los materiales y el misticismo de la interpretación. Su color predominante, el negro (uno de los más difíciles de tratar) y los materiales y elementos que incorpora en sus obras, tales como arpilleras, maderas, materiales pobres, elementos populares y tradicionales, que incorpora a la modestia de la tabla como soporte, delatan esas intenciones místicas y primitivistas.

Le gusta el uso de los ocultamientos, como un niño que jugase al escondite, un escondite en el que Suárez-Chamorro busca directamente el alma del observador. Esa aportación suya, “el tapado”, auténtica invención del artista, es un símbolo añadido a su lenguaje no figurativo, un elemento estructurador de la composición que al mismo tiempo potencia los significados de la obra, los hace más patentes por cuanto más ocultos, como un grito en la sombra.

Pocos observadores tan profundos como Suárez-Chamorro, de mirada tan analítica, tan específica. Se diría que, como Chesterton, está más interesado por el microscopio que por el telescopio, y que detiene su mirada, a veces fotográfica, en los detalles que conforman el todo.

Esa fórmula de no concretar es quizás su peculiar interpretación del mundo. A Suárez-Chamorro le basta una parte de una proa de un barco para embarcarnos en una aventura psicológica de la que no saldremos enteros. Sus metáforas son aplastantes, porque en ellas lo pequeño deja de ser insignificante para alcanzar un tamaño ciclópeo y siempre trascendental.

Con este adjetivo, “trascendental”, volvemos a entrar en el aspecto “místico” de la obra de Suárez-Chamorro, para quien la comunicación con el mundo a través del arte es una forma de religiosidad, un camino a través del cual llegar a la divinidad, que es como llegar al entendimiento de lo que somos y lo que nos rodea.

Pero nada hará Jeckyll que no lleve tras de sí la sombra de Hyde. Así, en la obra surrealista del artista Suárez-Chamorro se impregna la visión realista del economista Suárez-Chamorro, que entiende el mundo que le rodea, lleno de frustración, de esfuerzos, de dolor, de lucha. Y no puede hacer otra cosa que asumirlo y plasmarlo, que llevarlo a su interior y devolvérnoslo expresado, enriquecido, incluso comprensible. Pero con una comprensión destinada directamente al interior, que pasa y deja rastro.

Suárez-Chamorro, que utiliza el arte como expresión, como herramienta para conformar su universo, radica todo en la realidad, en lo material, y en los sentimientos y emociones que esa realidad provoca. De ello extrae, además de arte, de belleza, un modo de conocimiento.

La obra de Suárez-Chamorro es, como ya han dicho otros, un “arte de ideas y realidades” donde cada obra es una referencia llena de intención que no pertenece del todo al mundo surrealista y que engarza directamente con la realidad.

Por eso sabemos que su obra no es baladí, que tiene un motivo y un destino. Al contrario que otros artistas, que buscan el aislamiento, la “descansada vida”, Suárez-Chamorro conecta la verdad más cruda con la contemplación, despierta al ser arrebatado y lo enfrenta al espejo, para que se mire y, lo que es más importante, se reconozca.

¿Convierte esto a Suárez-Chamorro en un provocador? Es posible. Todo arte, si atendemos al concepto más puro del arte, viene a provocar, a desquiciar, a remover. Nada que no conmueva debería ser llamado arte. Así que las telas manchadas o rotas, las texturas, los vigorosos brochazos de Suárez-Chamorro, que nos obligan a una mirada detenida, a volver una y otra vez sobre el objeto y llevarlo a nuestro yo interno, a nuestra memoria, a nuestra esencia, es sin duda un modo exigible de provocación, un aliento artístico en toda regla, abierto y verdadero.

Pero un artista no crea sólo desde la contemplación de la realidad, ni siquiera desde la conversión de esa mirada en respuesta provocativa. Un artista es, ante todo, memoria (podríamos convenir que el arte es memoria regurgitada). Y Suárez-Chamorro es, como todo artista, alguien que vuelve su mirada hacia atrás en el tiempo, lo revisa, lo repasa, lo interpreta. De ahí el uso de los objetos cotidianos utilizados y reutilizados como referentes principales de sus obras, a los que en ocasiones libera de su significado y los coloca en un espacio extremo, jamás absurdo, obligándonos a una visión a medio camino entre la estupefacción y la compresión más íntima.

Antonio Suárez-Chamorro es un ser dual al que su dualidad no le ha impedido alcanzar el equilibrio. En él están presentes la duplicidad primitivista-mística, innovador-seguidor, ocultador-iluminador, analítico-evocador, idealista-realista y artista-economista. Pero nada de ello le convierte en un ente esquizofrénico, en una criatura cargada de maldición. En Suárez-Chamorro el doctor Jeckyll ha logrado convivir con Mr. Hyde y el uno se encarga de completar al otro, de fundirse con él y ser un todo creativo, lúcido y tremendamente vitalista.


Francisco Palomo
Profesor Titular de Historia del Dibujo y del Grabado de la U.M.A.

Pintor desde los años sesenta, grabador y cartelista, además de licenciado en Económicas, especializado en Urbanismo, por la Universidad de Málaga. En 1992 fue cofundador del Grupo de Arte Contemporáneo de Andalucía, ARMA. Preside desde el 2000 la Asociación de Artistas Plásticos de Andalucía y desde 1995 es director de la revista "Cuadernos de Gestión Pública Local" que edita el ISEL, Instituto Superior de Economía Local de la Diputación Provincial de Málaga.
Durante los últimos cuatro años ha dirigido las Jornadas sobre Tasación, Valoración y Gestión museística o las de Patrimonio Municipal organizadas por la Diputación Provincial de Málaga en colaboración con otras instituciones culturales andaluzas. En la actualidad ha sido designado por la Diputación de Málaga para valorar y expertizar las obras artísticas del patrimonio municipal.
Suárez-Chamorro, además de dedicarse a las labores de difusión, valoración y promoción del arte contemporáneo apoyando la creación de una Facultad de Bellas Artes en Málaga o patrocinando investigaciones historiográficas sobre los artistas, ha desarrollado una extensa labor pictórica como se pone de manifiesto en su extensa actividad expositiva. Son muy numerosas sus exposiciones individuales desde 1990 hasta hoy en Málaga y otras ciudades así como su participación en certámenes o colectivas de pintura y de grabado (Málaga, Jaén, Bolonia, Ángel Orensanz Foundation de Nueva York, Contemporary Art Bank de Toronto, Columbus Center de Ontario, etc.). Sus obras están presentes en colecciones públicas y museos españoles y americanos. La hemerografía es extensa.
Ha recibido entre otros, el primer premio en 2004 y el segundo premio en 2000, de Arte de Instalación Fundación Ángel Orensanz, de Nueva York..
La evolución artística de Suárez- Chamorro pasó por una etapa autodidacta en los años sesenta bajo seudónimo, desarrollando su poética en el mural, en el campo del logo y en el diseño de revistas y carteles. Desde 1989 decide firmar con su nombre al tiempo que lleva a la práctica el concepto surrealista de que una obra de arte es válida si vale para cambiar la sociedad.
Sus referentes son Tàpies, especialmente de su serie al aguafuerte Negro y rojo, de 1976, Millares, Brossa, Beuys o Chirino.
Como dijo el economista Gumersindo Ruiz Bravo de Mansilla, frente al prurito de originalidad en los artistas de la vanguardia, Suárez-Chamorro "hace ostentación de influencias". Éstas, además de los citados, creemos que le relacionan con Raoul Hausmann (por ejemplo, con su obra ABCD, de 1924), de igual manera que los cuadros collages tienen como referente el Mario Merz, de Schwitters o construcciones posteriores en la línea del neodadá, pero sin personalizarlos con objetos buscados, letras o signos. En las asociaciones de imágenes que crea, Suárez-Chamorro refuerza la significación icónica de lo visible con la cubrición primitiva o informal (trapos, arpilleras, materiales de desecho, marmolinas, grandes
manchas de pintura) de otra paralela o un trozo de la que vemos. Una y otra se convierten en símbolos de otra cosa, se complementan y potencian, siendo el resultado un nuevo significado. Es "el tapado", que caracteriza su producción pictórica o grabada y que es de raiz informalista tanto como surreal. El vitalismo de su mensaje, fuertemente connotado, se hace evidente y ha sido generalmente reconocido por la crítica (Antonio López Fernández, 1994),"sólo interpreta metafóricamente el mundo desde su naturaleza cambiante". En efecto, pensamos que la obra de este artista no necesita desentrañamiento; su arte es la verdad de lo que muestra. Lourdes Jiménez, en el texto del catálogo citado, apunta que si bien la sintaxis y morfología del artista no han variado desde la mitad de los ochenta hasta hoy, ha radicalizado sus temas que, actualmente, son "dura crítica manifestada a través de la paradoja y la contradicción de los propios sentimientos humanos, a una sociedad cruenta y "devoradora". Los títulos refuerzan el sentido deseado de impacto visual que busca el autor: series Torturas (1998), La mujer maltratada o denominaciones irónicas, "Requiem", "Pureza", etc. En definitiva, una creatividad al servicio de la denuncia y la radicalización del mensaje a través del collage y de la asociación de imágenes. La injusticia se evidencia en el localismo y en la globalización, lo expresa en grandes formatos y en composiciones paródicas con el uso de estampas populares o aditamentos folklóricos. Las asociaciones de imágenes o psicológicas son sencillas y casi una trasposición del lenguaje cotidiano al plástico a través de collages hechos con objetos igualmente cotidianos o familiares, un vestido de faralaes, un litografía devocional, una tabla de lavar o un trapo cualquiera. El cromatismo puro y crudo, negro, amarillo, blanco, morado.., y la presentación formal inmediata garantizan la apariencia grosera del objeto, cuya cualidad material se realza y potencia. El resultado es una obra provocadora, de un deseado y buscado efecto desagradable o de un feismo cerebral, desnudo y escurrido de sensualidad, que sólo desde la perspectiva surreal o neodadá se validan: Duchamp fue un exquisito y comedido expositor al lado de Suárez-Chamorro. El autor no permite que el espectador sienta deleite, ensoñación o calma ante la sugerencia artística.
Reclama una participación emocional y de entrega al mensaje que por ser profundamente social y humano, casi un recordatorio de tan evidente, desborda los horizontes de la plástica. Sus maestros en grabado han sido Francisco Aguilar y Luis Astuy. El primer grabado de aprendizaje fue de 1980. Su catálogo de obra gráfica hasta la fecha alcanza un número aproximado de 50 obras en calcografía sobre planchas de cinc. Sus técnicas usuales son aguafuerte, aguatinta y punta seca, además de las aditivas y pictóricas, collages, "tapados", etc. Estampa con Paco Aguilar en su taller Gravura de Málaga en grandes papeles de 250 gr. de Guarro. Hace ediciones de series, como la denominada "La parte humana del viento". "Iniciación a los laberintos" (2000-2001), con nueve planchas de cinc, de 500 x 400 mm. en las obras más grandes, y tiradas que oscilan de los cuarenta o los cien ejemplares más las acostumbradas pruebas de autor o los HC (fuera de comercio) cada vez más socorridos. En sus grabados el contraste entre la técnica artesanal y los trazos gestuales, letrerías, números, signos geométricos o aritméticos, rectángulos en negro, espacios bidimensionales, superficies salpicadas de manchas u oxidadas crea la misma sensación de impacto y feismo que hemos descrito en los cuadros. Un aspecto muy personal de este autor, acaso condicionado por su profesión de economista y su diaria ejecución de cálculos y contabilidades, es la comentada temática del número y de los textos, letras o signos en sus cuadros y grabados. Todos ellos son al azar y no establecen una aritmética, canon o serie ordenada ni son la expresión numérica de racionales, irracionales, primos, gemelos, pares, perfectos, amistosos,cabalísticos, binarios, infinitos, enteros naturales, reales, negativos, imaginarios, decimales, fraccionarios, algebraicos, complejos, hipercomplejos, cuaternios, p-ádicos o cualquier otra clase o característica del número y de las numeraciones, sus teorías, conjeturas o teoremas. Sean primos o no, no establecen relación con los que pintó Klee, Tanguy, Jasper Johns o Max Ernst, pero sí está relacionado Suárez-Chamorro con el pintor letrista Jean-Louis Brau y, sobre todo, con el fundador del letrismo, Isidoro Isou, que en 1968 escribiera una "Introducción a las matemáticas de los números vagos" ii, aunque es muy probable que lo ignore, por la difusión generalizada de los signos en el arte del siglo XX. En fin, signo, vitalidad, denuncia y presencia de lo inmediato son aspectos definidores de la gráfica de Suárez- Chamorro.


 

 

Un completo C.V. bien datado y pormenorizado de Suárez-Chamorro consta en el catálogo de su exposición individual titulada "Las orillas del tiempo" celebrada en Casa Fuerte Bezmiliana, de Rincón de la Victoria (Málaga). Texto crítico de Lourdes Jiménez Fernández y poema de Juan Domínguez. Del 10 de marzo al 2 de abril de 2000. Edita el CEDMA, Centro de Ediciones de la Diputación Provincial de Málaga.


 

Sobre su vida y pintura en prensa:

La Opinión de Málaga, de 28 de octubre y 9 de diciembre de 2000
Diario Jaén, de 1O, 12 y 15 de noviembre de 2000
SUR, de Málaga, de 3 de noviembre de 2000
Diario Málaga, de 31 de octubre de 2000.
También se encuentra una amplia información biográfica, artística y crítica en la dirección http//www.suarezchamorro.org

1GUEDJ, Denis: El imperio de las cifras y los números
(traducción de Manuel Serrat),
Barcelona, Ediciones B, 1998, pág. 92.


 

Antonio Díaz
Málaga, 1992


Su obra abstracta de carácter marcadamente surrealista, podemos situarla en una vertiente post-dadaista y encuadrado como seguidor del binomio Brossa-Tàpies.

En su quehacer pictórico desarrolla una gran fuerza en el ocultamiento de elementos, creando composiciones entre místicas y primitivistas, proyectando un nuevo concepto de comunicación que denomina TAPADOS. Es coincidente con el concepto que Nietzsche defiende cuando escribe que una cosa que queda explicada deja de interesarnos. El espectador se ve implicado anímicamente, haciéndole participar de la misma, llegando a entrar en lo más oculto de su mente. Al igual que persigue el Kusen, la obra de Suárez-Chamorro no tiene como meta la educación del conocimiento y del deber, debe impresionar el cerebro profundo y hacer seguir la intuición y la más alta sabiduría.

Penetra en el subconsciente y la memoria lo registra automática, inconscientemente de forma natural.

La incorporación de elementos cotidianos de origen ruralista le hace poner de manifiesto la crudeza y fuerte expresión de las materias que en su obra intervienen. El autor lleva hasta sus últimas consecuencias el concepto surrealista de que una obra es válida si vale para cambiar las condiciones de existencia de todo un mundo. Su tendencia es a modificar definitivamente todos los mecanismos psíquicos y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de su vida.


 

Antonio López Sernández, Filósofo.
Málaga, 1994


Suárez-Chamorro, economista jiennense afincado en Málaga, es un pintor vitalista de finales del s. XX. Observador de lo que le rodea, descubre su sentido desde la perspectiva de su situación vivencial.
Halla sentido en todo. El mundo no es para él una simple suma de cosas, sino que la parte cobra sentido en el todo, pero un "todo" en la circunstancia del hombre real.
La mente humana trata de buscar este sentido. Este diálogo Yo-Mundo no es estático. Está sometido a los cambios del mundo, de los hombres (de los otros "Yo") y, especialmente, a los del propio Yo. Esta relación se expresa de manera especial en el arte: la música, la pintura, escultura, grabado, Suárez-Chamorro no concreta, no petrifica bajo conceptos estáticos, no vivenciales, su interpretación del mundo.
No generaliza; busca. Sólo interpreta metafóricamente el mundo desde su vivencia cambiante. Busca un sentido de lo que está a su alrededor, muchas veces de algo aparentemente insignificante. Esto cobra para él un sentido trascendente.
Con frecuencia lo he visto pararse con admiración ante algo tal vez desechable para la mayoría. Después de una profunda vivencia tranquila es frecuente oírle decir: "Esto me recuerda...", "Esto me dice..." "Quisiera expresar...". Después tiene lugar su momento creativo, su expresión artística, que, aunque recuerda a Tàpies, es libre, aparentemente anárquica, pues parece que no se somete más que al sentimiento del momento, lógicamente coordinado e incardinado en su situación vivencial general. Este "lenguaje" no quiere ser estático. Desea con el espectador de su obra, que también la verá desde su perspectiva creativa o, al menos, interpretativa. Este especie de metaforicidad metafísica", al estilo nietzscheano, ofrece la posibilidad de integración de diversidades, porque la metáfora se mantiene abierta al mundo, no cerrada a la interpretación estática, pétrea, de un concepto sin vida.
Suárez-Chamorro no reduce su vida ni su obra a un puro vitalismo, ni siquiera un simple perspectivismo o raciovitalismo orteguiano. Sabe que hay valores inmutables, principios básicos para todos. Pero el hombre capta la belleza, el valor, el sentido de la vida, de lo trascendente, dentro de si mismo y en su diálogo con el mundo. Este descubrimiento es cambiante. El hombre "va siendo" y "desiendo"; se da cuenta que un proyecto inacabable, descubre cómo la vida consiste en un ir descubriendo horizontes, tratando de aprehender el sentido de las cosas y de la existencia. Descubrir este sentido en su totalidad es un horizonte inalcanzable. Pero el horizonte, en último término elAbsoluto, está ahí. Cada pequeña consideración, cada vivencia, es un reflejo de esta plenitud. El hombre es un ser dialogante, un "Tú-Yo", un "Yo-Tú". Es un ser social que necesita de los demás, de todo lo que le rodea, y es consciente de que él también es necesario para los demás.
¿Cómo se comunica A. Suárez-Chamorro? Además de los medios comunes de todo ser dialogante, su medio especial, creativo, es el arte, la pintura. Suárez-Chamorro es un "místico" de la pintura. Como el místico que busca a Dios en todo, desde lo más recóndito de su corazón hasta en la sonrisa inocente de un niño, o en la belleza de un paisaje, o el hermano necesitado de amor, así A. Suárez-Chamorro busca en todo, incluso en lo pequeño, en lo aparentemente insignificante, un sentido, un valor. Se ve en su obra un corazón y una mente inquieta ("cor meum inquietum est donec requiescam in Te") en la búsqueda de este sentido. Para él todo es positivo, digno, valioso. Este "misticismo poético", libre, es, sin duda, un camino que le acerca progresivamente hacia el Infinito.
Suárez-Chamorro es un místico de la esperanza. Con frecuencia recuerda el pasado y a los que ya no están aquí. Por ejemplo, entre otras, la obra "A la abuela que no conocí", en que plasma el último trabajo que su abuela estaba haciendo cuando le sobrevino la muerte. Su recuerdo está cargado de esperanza. Para él todo tiene sentido, pero un sentido siempre presente. Recuerda a Gabriel Marcel cuando escribe: "Dios es la sinfonía que aúna los miembros fraternales y maravillosos de una orquesta". La comunión del "nosotros" nos hace participar en una orquesta invisible en la que los muertos están presentes. Esperar en los seres, desposarse con su ritmo vital, suscitar la confianza, disponibilidad, gozo y alegría, es participar en una sinfonía trascendente, divina. Intentar desembocar en este sentido de infinitud es abrir de par en par las puertas de la mente y el corazón a la esperanza, para que penetre en lo más íntimo el sentido de la existencia. A. Suárez-Chamorro irá redescubriendo progresivamente a Dios, único ser capaz de saciar sus ansias de vida y plenitud. Suárez-Chamorro, en su deseo vital de manifestar su Yo y dialogar con los otros "Yo" y con el Mundo, evolucionará a través de su existencia creativa, siempre cambiante, dentro de una personalidad muy definida y abierta, hasta desembocar, en búsqueda sincera, en lo que da sentido a todo.


 

José Manuel Fornet Betancourt, Economista


Desde que el ser humano ascendió a la categoría de ser pensante podemos decir que vive inmerso en la economía, aunque a veces no sea consciente de ello. En el mundo moderno toda actividad humana se mira bajo el prisma de lo "económico" o "antieconómico". Incluso en aquellas
necesidades humanas que no se satisfacen con medios materiales en su teología el concepto de "economía de la salvación".
Como afirma Schumacher, se huye de lo antieconómico como de una enfermedad. En este ámbito el economista se manifiesta como el médico que puede diagnosticarla y ... "luego, con suerte y habilidad, eliminarla". La mirada del economista sobre la realidad que le rodea actúa como un decodificador de la dialéctica interna que subyace en las cosas. Percibe el mundo material como un conjunto de realidades nacidas del pensamiento humano en pos de la satisfacción de sus necesidades más diversas. Las respeta. No las destruye. Sólo intenta que la sociedad las produzca y las utilice de forma "económica". El economista, como consecuencia lógica de su propio quehacer, vive siempre con los dos pies sobre la tierra. No es nada extraño que un economista vea el mundo del arte como una prolongación de su propio mundo, porque para él la realidad no es algo muerto, sino que la percibe llena de esfuerzos, de lágrimas, de frustraciones, de esperanzas... de vida.
El arte como expresión podía definirse dentro del mundo relativo de quien se expresa. El sentimiento, la emoción, tanto del creador de la obra como de quien la contempla, son factores determinantes; en uno para conformar su universo, en el otro para "saber" acerca de él. Pero toda expresión de la mente humana, por relativa que sea, tiene su origen en la realidad, en lo material. Por lo tanto, si eliminamos el sentimiento y la emoción, sólo nos queda la realidad, y a través de ella, el conocimiento. Suárez-Chamorro, por tener siempre sus dos pies sobre la tierra, tiene el conocimiento profundo de las cosas. Se sumerge en el silencio de las mismas para mostrarnos luego, en un inmenso océano, toda su musicalidad. Su obra no es un capricho. Es una "acción de gracias" al hombre. Como conocedor del origen y de la historia de las creaciones humanas, las recoge, las eleva y nos la presenta nuevamente llenas de luz y conocimiento para que nosotros nos veamos reflejados en ellas.
Suárez-Chamorro no pretende el aislamiento, no busca el misterio, no crea teorías. Sólo se limita a ser el hilo conductor entre la mística de las cosas y nuestra propia mística. Su obra nos hace acercarnos de manera distinta y correcta a nuestra verdad y nos despierta el ser contemplativo que somos.
Quien comprenda la obra de Antonio, no tendrá reparo en poner en sus labios aquellos ruegos de Sancho Panza: "-Mirad, señor doctor: de aquí adelante no os curéis de darme a comer cosas regaladas ni manjares exquisitos, porque será sacar a mi estómago de sus quicios, el cual está acostumbrado a cabra, a vaca, a tocino, a cecina, a nabos y a cebollas, y si acaso le dan otros manjares de palacio, los recibe con melindre, y algunas veces con asco. Lo que el maestresala puede hacer es traerme éstas que llaman ollas podridas, que mientras más podridas son, mejor huelen, y en ellas puede embaular y encerrar todo lo que él quisiere, como sea de comer, que yo se lo agradeceré, y se lo pagaré algún día; y no se burle nadie conmigo, porque o somos o no somos; vivamos todos, y comamos, en buena paz y compaña, pues cuando Dios amanece, para todos amanece".


 

Carlos Barceló, Pintor. Economista


Entre tanta pintura comercial, salas que exponen los pintores de siempre, con las mismas tendencias, estilos, ideas y formas, era difícil imaginar ver en Málaga pintura abstracta al nivel de la de Suárez- Chamorro. Se le ve seguro de sí mismo, directo, comedido, y al mismo tiempo valiente. El que haya asistido a varias exposiciones de él, habrá podido observar una uniformidad de criterios. Esto no quiere decir que sea repetitivo en sus motivos, porque es rompedor, inquieto, volcado hacia nuevas formas y direcciones del arte. Quien no conoce a Antonio, puede pensar cuando inaugura una exposición varias cosas, incluso me preguntaron una vez si era "cura" (ese día se viste de negro), un pintor demasiado modernista; pero nunca que es mediocre. ¡Líbrenos el Señor de ellos!, que no aportan nada en ninguna actividad de la vida.
En el Arte el primor no sirve, vale la verdad, la pasión, la impronta, el talento. Antonio "hace visible lo invisible y por ello es un pintor abstracto por excelencia". De sus cuadros hacen comentarios diversos, a veces, contradictorios, las gentes que los ven. "Algunos piensan que es un provocador, otros que quiere decir cosas, historias, locuras, también hay quién no ve nada. Pobre del que le ocurra eso, porque los que al ver pintura abstracta sólo ven telas manchadas, o materiales pegados o superpuestos, me recuerda el proverbio Budista: "Cuando el dedo señala la luna, el imbécil mira el dedo".
En su pintura queda, inquietante, el reto de la obra y la presunción asumida de que ésta no manipula ya visualmente lo real (la naturaleza) o la verdad (la belleza), sino que, por el contrario, se desliza irrefrenablemente por una infinita multiplicidad lingüística de facciones objetuales y de signos miméticos. El Arte de nuestro tiempo aspira a convertirse en un sistema más de conocimiento que tiende, en creciente proporción directa a los índices de mayor complejidad informatizada. El artista hoy no reproduce, ni copia ni siquiera se inspira en el mundo natural sino que influye, crea una segunda naturaleza plástica que a veces controla y domina a su voluntad.

En la obra de Suárez-Chamorro hay algunos títulos y obras que voy a citar para gozo de mi memoria: Debo confesar que "ODEON", Collage, Técnica mixta sobre tabla, me impactó. Su tamaño 60 x 60 cms. hace que la mirada vea toda la obra de una vez, y al mismo tiempo se detenga en aspectos parciales de la misma. En ésta obra Antonio hace fácil lo difícil. "CONDECORACIONES PARA DESPUES DE UNA GUERRA", técnica mixta sobre madera. Se trata de un collage de tamaño 244 x 122 en tonos ocres rojizos, destacando una gran cruz en negro que cruza el cuadro en toda su extensión. "HOMENAJE A LA ABUELA QUE NO VI", técnica mixta sobre madera. Collage rico en materia y en tonos negros. Para Suárez-Chamorro el negro es su color dominante, al menos en varias exposiciones ha sido el color más utilizado. No es fácil utilizar el negro; diría incluso que francamente difícil. Lo distribuye con ritualidad, con cierto respeto y fantasía, pero al mismo compás con soltura y destreza, propio de grandes maestros del Arte Moderno, tal como lo hacen Saura y Tápies. La materia y los elementos que incorpora en sus obras, son otro signo más de su acusada madurez y destacada personalidad. En algunos cuadros se rezuma, consciente o inconscientemente orígenes ancestrales de la humanidad. La mejor manera de ver el auténtico contenido de sus exposiciones, es verla detenidamente, de forma pausada, desde diferentes ángulos y distancias. De lejos sus grandes tamaños son todo un espectáculo para la vista. Algunos cuadros pueden ser herméticos, estridentes, enigmáticos otros, pero con proyección transcendentes de la vida. En definitiva se trata de una pintura y de un pintor, por el que merece la pena apostar.


 

A PROPOSITO DE LA PINTURA DE
SUAREZ-CHAMORRO

Raúl Fornet-Betancourt
Doctor en Filosofía Profesor de la Universidad de Bremen
Miembro de la Comisión Europea de Cultura


Las relaciones entre la filosofía y el arte se nos presentan, al menos en Occidente, como relaciones en las que se refleja la historia de una vinculación originaria entre estas dos dimensiones culturales; entendiendo por ello la vinculación que las une desde el origen común a que ambas se refieren. Ahora bien, esa vinculación originaria es, por otra parte, reflejo de un conflicto igualmente originario porque la reflexión filosófica y la creación artística realizan su referencia a la realidad original común de muy distinta manera; es decir, cada una de ellas se refiere a la referencia original común y articula y organiza y reconstruye dicha referencia según una manera propia. Por eso hay también, desde el origen mismo, separación y conflicto entre filosofía y arte. Son caminos distintos de acceder a la realidad y de presentarla o realizarla.
He querido introducir estas líneas sobre la pintura de Suárez-Chamorro con esta observación previa para dejar claro de entrada que a un filósofo de profesión sobre todo cuando -como en mi caso- está formado en la tradición racionalista occidental, no le resulta nada fácil enjuiciar una obra de arte. Hay, en concreto, problemas de acceso, de percepción y de comprensión que deben ser tratados previamente a la articulación de un discurso filosófico sobre el arte.
Como es obvio no puedo entrar aquí en estas cuestiones, ni creo tampoco que sea necesario; pues la intención de estas líneas no es la de hablar sobre el arte de Suárez-Chamorro en el sentido de pretender avanzar un discurso filosófico sobre el mismo, sino más bien, situándome en un nivel acaso todavía más elemental al de las cuestiones previas indicadas, tratar de enfocar la interpelación que puede significar su obra, y concretamente la presentada en la exposición “Connación”, para la reflexión filosófica. En este sentido, pues, creo que la visualización de lo real ofrecida por Suárez-Chamorro en “Connación” puede ser percibida por el filósofo como una “visión” que lo interpela a re-ver su visión sistemático-conceptual de las cosas, del mundo. Pues se ve en ella confrontado con una manera de acceder a lo real y de organizar el conocimiento del mismo cuya característica más decisiva parece consistir en ser un acceso que brota de la comunión del sujeto con las cosas, de su vivencia del estar realmente con las cosas, y no con o en los conceptos de las mismas.
De este acceso se desprende además un modo especial de conocimiento de lo real. Y no es casual por eso que se haya resumido el mensaje de la exposición en este término de la filosofía zen que nos habla de un co-nacer con lo real que vemos y visualizamos. Así, como modo de acceso y de conocimiento a la vez, estas obras de Suárez-Chamorro interpelan a toda filosofía que, operando en su proceso intelectivo con el dualismo clásico del sujeto y del objeto, se haya encariñado con una teoría del conocimiento objetivadora de lo real; y la interpelan porque le ofrecen una “visión” que ve y conoce desde el diálogo originario que mantienen desde siempre todos los niveles de realidad, incluido el nivel de lo humano-subjetivo. Es, en suma, una visión que resulta del intercambio entre los seres todos; y que supone, por consiguiente, que la realidad no tiene sectores mudos, sino que todos hablan y manifiestan su unión por ese diálogo fundante de la realidad como proceso abierto e inacabado de “Connación”.
Aceptando la interpelación de creaciones artísticas semejantes puede la filosofía ampliar su horizonte perceptivo y conceptual, enriquecer sus posibilidades de transformación y de contribuir mejor a la transfiguración común de la realidad
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SUÁREZ-CHAMORRO
Gumersindo Ruiz
Doctor en Economía

Catedrático de la Universidad de Málaga


El artista suele sufrir por expresarse de forma original, por mostrar su capacidad de creación estableciendo unas diferencias. Diferencia respecto al pasado, a lo ya hecho, y también marcando distancias con sus contemporáneos, poniendo en su obra todo lo que pueda constituir una característica particular, propia. Pero estos intentos son también reductores; la obra así definida queda circunscrita y limitada por el mismo afán autárquico que la ha generado. No es este el caso de Suárez-Chamorro, quien hace ostentación de influencias. Ni las oculta ni disimula, sino que explícita desenfadadamente una tradición cuyos componentes (Millares, Tápies, Brossa) han sido en distintos momentos de nuestra historia reciente representantes únicos de su tiempo. Es una herencia que obliga mucho; un sendero muy transitado, y que se recorre aun así como un camino desconocido. El pintor asume su travesía de una manera ágil, con facilidad y alegría, pero prestándole una dedicación absoluta; como una ceremonia familiar y conocida en cuya representación hay, sin embargo, que poner cada vez una especial atención, porque es, como cada obra, un acto único. García Berrio ha expresado de forma inmejorable la superación de lo que él llama “angustia de la influencia”, y dice que “reflejos todos de las mismas condiciones: esplendorosas o caóticas, eufóricas o deprimidas, virtuosas o crueles; unas cuantas fórmulas acertarán privilegiadamente a expresar con más vigor la continuidad esencial del espíritu humano y las circunstancias peculiares del cambio de época.


Arte de ideas y realidades. Cada título de cada obra es una referencia llena de intención, sugerente, donde se evoca la vejez, el agua como elemento escaso, la escuela, el deseo, o una manta herida y cosida, que no pertenece en modo alguno al mundo surrealista, sino a una realidad muy próxima a todos nosotros. Decía que el pintor no parece tener la pretensión de originalidad. Es, en este sentido, ingenuo, esto es, sencillo, noble y generoso. Descubre, encuentra cosas, y nos las muestra, las comparte con los demás. Que bien se encuentran sus abras en las Facultades, entre el bullicio de los estudiantes, en los espacios amplios de los edificios públicos donde los visitantes o transeúntes pueden detenerse y encontrar un descanso entre los afanes que los han conducido a esos lugares; y los que allí trabajan reconocerán cada día el objeto peculiar y familiar que con su presencia rompe la monotonía del trabajo. Los objetos, telas, arpilleras, sogas, maderas, clavos, cumplen su función desazonante, de confort, amor o recuerdo, siempre apelando a su relación con el ser humano: una estética que sirve a una ontología, y que cobra sentido por ésta. Pero ¿hay necesidad de una interpretación? A veces Suárez-Chamorro puede intrigarnos, tapa, oculta, y hace que nos preguntemos por la intención segunda, los propósitos últimos del artista.
Tanizaki al elogiar la sombra, esto es, lo oscuro e indefinido, defiende que no hay que empeñarse en que todo sea tan nítido, tan evidente como la tradición occidental desea. No son así las cosas, no es así la vida, excepto en alguna ocasión en que -nos dice- si hace falta que la imagen y la palabra sean claras como un cuchillo. Y son esas ocasiones las que de pronto saltan hacia nosotros desde un cuadro de Suárez-Chamorro. Ya no hay enigmas, todo está ahí, la verdad y el acierto; la referencia explícita, el objeto, el color, una evidencia que nos toca y nos mueve con todo el poder de la pintura y la palabra.


 

SOBRE LA PINTURA DE SUÁREZ-CHAMORRO
Eduardo Cuenca

Doctor en Economía
Catedrático de la Universidad de Granada


Es difícil comprender la aventura personal de un artista si sólo se contempla su obra. En ellas no aparece de modo explícito su infancia, ni sus despedidas, ni su experiencia, ni sus amores y amistades profundas. Tampoco su obra explica cómo un economista, que multiplica su función como técnico, tiene esa necesidad de llenar sus espacios vitales.
Esa es la sensación que tuve la primera vez que contemplé la obra de Suárez-Chamorro. Hoy, después de haber seguido su brillante trayectoria como pintor, la contemplo como una sintonía que él orquesta con su ánimo.

Su obra es mezcla de sueños en un clima delirante sobre el mundo ya roto de su adolescencia, el cual recompone, transforma e interpreta según su vivencia actual, difuminando las costuras que unen lo real con lo imaginado. Tal vez, me pregunto, es el resultado de un análisis de lo que pudo ser y no fue, o lo que no fue como debió ser. Sus colores y motivos le dan a sus cuadros una presencia de espacio más que de superficie policromada. Frente a su obra, tengo la impresión de hallarme más ante un fenómeno de sentimientos nostálgicos que ante un simple campo de colores.
Suárez-Chamorro busca ideas e inspiración en el mundo cotidiano y real de cada día, y no elucubrando artificialmente
desde recónditos estudios fríos. Sin uniforme e insignias de ninguna clase, une sus piezas para poner orden y dar claridad en un universo material fragmentado y oscuro.
Todo ello se enriquece con la vocación, la idea de sí mismo, la imaginación y el trabajo bien hecho y meditado en muchas tardes agotadas de su vida. Su inquietud le adentra en ese mar sin barco de los sueños. Luego, sus cuadros se avivan y expanden gracias a la mirada del contemplador sensible, revelando el recuerdo que alguna vez se tuvo, o la sensación que alguna vez nos invadió. El cuadro, espacio bidimensional limitado en sus posibilidades, se convierte en el lugar de encuentro de sensibilidades diversas.
Las vanguardias artísticas nos han enseñado, además, que el objeto no es “inocente” sino provocador y subversivo. Es un disparador poético. Ni viejas palabras ni gastados pinceles. Crear es ensamblar, manipular, reconocer y chapucear en el universo objetual. La brevedad de esta nota no puede hacer justicia a los meandros de esta obra tan bien hecha e incrustada de preciosos análisis tangenciales acerca de la complicidad entre los dos mundos de Suárez-Chamorro.
No nos es posible nada más que enjuiciar estos interesantes aspectos contemplados y razonados pacientemente. No obstante, creo que hay que subrayar el caudal de perspectivas abiertas que lleva este pintor. En definitiva, un artista que “pinta” un largo monólogo a través de su dilatada trayectoria en una revisión constante.


 

EXIMENTES PARA VARIOS CORAZONES SAGRADOS
Juan Domínguez

enero 2000


Como una leona celosa y encantanda su
corazón –ta kalibú añoba- su ceja y bus-
panoplia serafín oscuro trajo su manta
–ta añoba kalibú- de pequeño de mayor
de nuevo de antaño ¡cuánto? en
sentido literal ¡cuánto? en sentido estricto
C
Contrajo en Jaén la enfermedad; la
trompa aquiescente del pecado: Dedujo
el sagrado corazón del tiempo incrustado
en una pirámide entre los olivos en su orilla
–amarrado como todo concepto- en
arroyo metafísico y loco manjar
A
A labios llenos de malguríes: Talipú añoba
anda suelto –lo advertimos- Látigos
corchetes flagelando la cinta Papel
Alma zigzagueando Tea-uña
miocardiana Ortoencendida Fauce
Caverna Sísmico Oricuello Exhausto
Branquial de Ola Mediterránea en Golfo de
Santa Gema Baral Ondulado en
tronolelepípedo
Chamusca sustancia verba Fatiga
trepanando con el pincho con él la linterna
un hueco occipital La Aguja
Cada cuadro un pétalo de magnolio al
galope durante el recuerdo La Memoria
como un fuego
El tiempo como un incendio
en su mirada Por detrás de su cabeza
cae una lluvia de ceniza Detrás del
fuego de su fuego un volcán bendito
Detrás del volcán una carpa –negra
añoba kalipú- ¡si lo supiéramos!
Sagrados corazones Turbios hocicos en
las arenas
–orillas kalibú- metiéndoles las espuelas los
codos contra el relincho
Y la Pureza.... en su altar en su lecho de
cortesana instándoseles (a Vdes.) a los
beneficios espirituales de la razón
que aguarda como un pincho incólume,
impoluto; como una raíz paciente, como
espolón de gallo ortopédico que regula
–de oficio-
velando, desvelando el ritmo del sagrado
corazón pre-clasificatorio
Desangrándose la realidad más hiperbórea
sobre los lodos sureños
El pincho frontal que aguarda la
trepanación contable de las mercaderías
-de izquierda a derecha- o a su inversa
Sagrado corazón del tiempo que bombea
su nanosaliva sobre la alberca
resquebrajada
orimente
señalada antes del desbordamiento
Orilogio. Orilabio brumente aromantado
de mágicas orugas Radón vitalicio con su
bandera rozándolo por delante con ojos
de visir que pedalea como agassi

De repente el recuerdo de los antónimos
los berrinches tras la esquina
–ignorantia non excusat-
contabilizado todo su horror vacui blanco
gélido omnipotente sagrado corazón de
grozni llorando desojándose a granos a
pestañas
–un hilillo- sobre la gran alberca
resquebrajada Ese hilillo de sangre de
sed de arrobapuntos engendra las tales
eximentes anunciadas en arrullo
envolvente de seda cuya crisálida sangra
para revolotear finales segundos mientras
desova su muerte garantizada
Ta añoba discrepa los trapos para mostrar
la iconografía de su cuerpo que ostenta
latidos de su propio corazón tercas
arritmias percha-obsesiones transígnicas
que epatan en mousses de marmolina
Grande Homenaje a la Obsesión a la
historia larga de las pequeñas obsesiones
Altares monumentos de colgar com
herramientas peladas
Nos ofrece –en categoría de tapiz o de
traspiés- instrumentos de precisión como la
manta
quemándose en el brasero de los viajes
Fríos tristezas insomnios
La manta que mide descuartizada de
pacientes minuteros clava agujas el
tiempo –Kalibú- realmente ciego que
contagió su ceguera a todos los dioses y
les prestó sus flechas de ataque
Segunderos Minuteros
Convulsan
Relojes destripados
Recompone el discurso arqueológico del
tiempo travestido de Jack Tijeras de
frío Estiletes de tristezas...
Esculturizando el rastro de las lágrimas el
fondo del Mediterráneo Extendiendo la
alfombra de la gramola despellejando su
música atrapada
Kalibú reclama la iconografía obsesiva que
nos acompañó como los adoquines
Pisoteándolas en las nubes
Esculturizando el recuerdo Gran
cementerio-homenaje de los difuminos
grises
Un mazazo contundente un abrazo
contundente
agresivo franco arrojado terco
biodegradable
agradable y desagradable
indeleble y agradecible Mousse anti-
jaqueca
Propendiente: Cuentas Relicarios
Elementos-signos de largo-histórico culto-
martirologio de los objetos entronizando
con fervor nuevas tecnologías Mantas-
medusas sobrevolando el Mediterráneo
como sagrados corazones
R
Rosa mas rosa mas rosa... Cuentas del
Rosario: Vericuetos... Hitos del corazón
religioso-mundano.
Arqueología sincopada
Sinfonía abierta de la memoria
desgrapada
Iconografía ampulosiforme
Microfetiches sacralizados
El corazón desangrado de su reino en un
arte-mixtura-taifista de ´lo nuestro´: Todo
Orto-cronos Bala-supositorio
Estética recompuesta en su lecho de jazz
por la montaña
Sonata de albañil Grito de las piedras las
arpilleras.....
Ahora lloramos juntos (sic): la belleza es
infinita e innecesaria morimos por ella
Antonio –ta añoba kalibú- nos regala un
imperdible.


 

LAS ORILLAS DEL TIEMPO
Lourdes Jiménez Fernández

Historiadora del Arte


Walt Whitman, Charles Baudelaire, Stephane Mallarmé, Paul Verlaine..., ellos también volvieron sus miradas, y ocuparon
su propio espacio existencial, con metáforas y vivencias en las orillas del tiempo, de un tiempo lejano y cercano a la vez.
Suárez-Chamorro como artista, vuelve su mirada hacia atrás en el tiempo, un tiempo y espacio que mide, revisa, y plasma en sus obras, por el cual transcurre mayoritariamente su credo artístico.
Heredero del lenguaje abstracto, está ligado desde sus inicios a esta corriente, así como a las tendencias del surrealismo y del informalismo europeo, tomando como modelos a sus representantes en el panorama español como fueron Tàpies, Millares o Joan Brossa, muy presentes en su obra.
Se sirve del lenguaje no figurativo, de la abstracción, y más concretamente del uso del símbolo, como elemento estructurador de la composición y a su vez potenciador de significados ante el espectador, integrándolos en la obra a partir de la utilización del collage y el “tapado” –nueva técnica empleada por el autor-. La investigación formal que lleva a cabo a través del uso de distintos materiales como
la arpillera, el polvo de marmolina, o la recuperación e integración de objetos cotidianos del pasado, hacen que su condición de elementos referenciales, se conviertan en claros símbolos de lo moderno vinculados a un mundo habitual y a la vez cercano de su propia realidad, de su propia existencia.
Desde sus primeras exposiciones individuales a mediados de los ´80, ha radicalizado sus propuestas, quizá su posición no halla avanzado más allá de lo ya experimentado en el ámbito formal, sino desde su temática, convirtiéndola en una dura crítica manifestada a través de la paradoja y la contradicción de los propios sentimientos humanos, a una sociedad cruenta y “devoradora” -que se mueve en este complejo fin de siglo y cambio de milenio-, sin haber avanzado en propuestas socializadoras y estabilizadoras de igualdad. Esto lo vemos en su serie llamada "Torturas IV", en la que viene trabajando desde 1998, y en la que en esta exposición nos da una muestra ejemplar de algunos de sus momentos.
Suárez-Chamorro, después de presentar como anticipo parte de su última producción en la exposición "Economistas en la pintura 1" (1999), ya nos marcaba unas nuevas directrices, si cabe aún más crítica que en obras anteriores, en 1a Exposición celebrada entre los días 13-21 de enero de 1999, con el patrocinio de Caja Rural –sede de la exposición- y el Colegio de Economistas. En ella Antonio Suárez ya adelantó parte de su serie "Torturas IV", con cuatro obras (ver Catálogo de la Exposición) una dura radicalización de la percepción de ciertos temas de la actualidad.

La exposición que ahora se presenta, está concebida y estructurada en dos secciones bien diferenciadas, donde el artista se nos abre una vez más mostrando parte de sus inquietudes y vivencias, resueltas en dos series tan distintas y cercanas que sólo a través de un reconocimiento exhaustivo –a la obra y a la personalidad del autor-, podremos hacer una traducción válida o cuando menos, aproximada de lo que nos quiere expresar.

La primera sección que distinguimos –se va a convertir en un claro referente en la producción global de nuestro artista-, marcando un antes y después en su trayectoria, con la presentación de la Serie Latina (1999). De esta, Suárez-Chamorro presenta varias obras: “Pureza”, “Gemelos”, “Incontinencia”, “Trilogía a la Tragedia de amor” y “Réquiem en Fa Mayor por la Mujer Maltratada”, donde es evidente la sátira y la ironía en una denuncia –en voz alta- de una sociedad cercana, –o quizá sea un mero reflejo de nuestro entorno, de los valores que expresamos como colectivo dentro de una globalidad a niveles generales-, en los que el elemento folclórico unido al factor religioso-místico, se convierten en protagonistas absolutos, llevando al espectador–actor a interpretar como dignos comediantes, de una proyección que se alarga en el tiempo tanto como nuestros orígenes. En estas obras se sirve de nuevo del “tapado” como verdadero eje referencial del contexto global de la obra, utilizando dimensiones bastante considerables –227 x 170 cm-, para presentarnos en forma de parodia iconográfica, elementos tan populares dentro de nuestras tradiciones como la iconografía religiosa –Virgen del Sagrado Corazón- unidos armoniosamente como las más de las veces en nuestras fiestas y sentir popular, con el folclore más popular. "Pureza", es una obra cargada de transgresión y tintes casi anarquistas -si estos términos pudieran sentenciar estas expresiones en el momento actual-. Su fuerza radica en la denuncia que a efectos de esa religiosidad latente, –que convierte a sus imágenes sagradas, casi en figuras totémicas-, se hace a través de su asociación con el traje de fiesta –conocido como traje de faralaes ode gitana-, y la medida de la pureza –véase castidad, virtud, continencia...- en un mundo que todo lo mide y analiza desde el punto de vista de lo establecido, de esas normas regidas por una simple minoría, que ejerce como fuente de poder y atracción en este caso, desde esas formas populares.
En esta serie vuelve a utilizar materiales como el polvo de mármol, y la incorporación de objetos: telas, maderas, -materiales pobres-, elementos populares y tradicionales de un pasado cercano –óleos de iconografía religiosa popular, cintas musicales de antiguas pianolas- que incorpora a la desnudez en la mayoría de los casos de la tabla como soporte único. La referencia textual que reclama su espacio desde obras como “Trilogía a la Tragedia de Amor” (Serie Latina III) (1999) (tríptico), con referencias a un universo que se asoma al mundo lorquiano, recupera elementos del pasado como las cintas de canciones insertas en las antiguas pianolas, para dar una visión particular de sus sentimientos –con sus propios escritos-. En cuanto a la "Serie Torturas", esta viene a incrementar una producción descarnada y crítica –situación de maltrato- que sigue sufriendo buena parte de nuestra sociedad a niveles generales, pero más en particular la mujer, desgraciadamente tema portada de noticias en nuestros días; donde el artista explicita a través de sus títulos: “Obsesión por colgarlo todo” (Serie Tortura IV) (1999), “No puedo más (+)” (Serie Tortura V) (1999), “Rascar/ Lavar/ Reducir” (Serie Elementos de Tortura VI) (1999), una denuncia en voz alta de una situación lamentable.
El uso del collage le permite acceder y acercarse a niveles interpretativos de gran impacto para el espectador, con elementos como una silla rota y unas cuerdas “No puedo más (+)”, o una antigua pila de lavar –despojadas de su función más inmediata-, en la que juega con el significado semántico “Rascar/ Lavar/ Reducir” (Serie Elementos de Tortura VI) (1999), donde antepone la reconversión de imágenes cercanas y cotidianas, a favor de los intereses reclamados desde un sector de la sociedad que ha sido desfavorecido desde tiempo atrás.

Para concluir, observamos una evolución plástica –personal y comprometida con su propia contemporaneidad-, ejemplificada desde esa inclusión de objetos cotidianos utilizados y reutilizados como referentes principales, en algunos casos despojados de su significado icónico, expuestos desde un espacio ejemplar y a veces extremo, resolviéndose en la crítica como actitud vital y reivindicadora en el verdadero símbolo de esta su última producción.


 

DE CARTELES, FLASHES, IMPACTOS Y
FIJACIONES.
Juan Antonio Sánchez

Año 2000


El uso de la imagen como instrumento de comunicación es casi tan antiguo como el mismo ser humano. Si en épocas pasadas el elemento icónico persuadía, intimidaba, convencía, exaltaba, conmovía, enseñaba, denigraba, ilustraba, amenazaba y advertía en relación a unos códigos
concretos o, simplemente, exponía unas realidades inherentes a la dinámica social, a los mecanismos ideológicos y a las estructuras de poder del período en cuestión, nuestro siglo no ha sido menos contundente a la hora de imponer sus propias exigencias. El mundo caótico y desordenado del siglo XXI asiste, pues, al triunfo de la sociedad de consumo. En ella, la sucesión desenfrenada y desaforada de innovaciones tecnológicas apenas si concede al individuo el respiro y el sosiego precisos para asimilarlas, precipitándole en la vorágine urbana que acelera sin piedad su ritmo de vida, modifica sus hábitos y costumbres y altera su carácter y relaciones interpersonales y consigo mismo. En virtud de la nueva situación lo icónico también despliega sus aptitudes al servicio del mercado y los factores económicos, de la oferta y la demanda en suma. O, lo que es lo mismo, orienta sus funciones lingüísticas hacia la compra-venta de todo aquel objeto de deseo perteneciente a la constelación de “sueños” dorados, puestos al alcance de la mano merced al acoso incesante de la publicidad. En otras palabras, el consumidor “encuentra” paraísos perdidos artificiales por la senda de nuevas iconoesferas.

2 Para conseguir este 2 Véanse respecto a esta cuestión GONZÁLEZ REQUENA, J. y A. ORTIZ DE ZÁRATE: El Espot publicitario. Las metamorfosis del deseo, Madrid, Cátedra, 1995; FONT, D.: El poder de la imagen, Barcelona, Salvat Editores, 1982; BURGUELIN, O.: La comunicación de masas, Barcelona, A.T.E., 1974; PÉNINOU, G.: Semiótica de la publicidad, Barcelona, Gustavo Gili, 1976; ECO, U.: Signo, Barcelona, Labor, 1994 y DORFLES, G.: Símbolo, comunicación y consumo, Barcelona, Lumen, 1968. propósito, la comunicación de masas opta por recurrir a las técnicas más diversas (radio, cine, televisión, prensa, internet...) en función de la amplitud del área de difusión a la que aspira (local, regional, nacional o incluso mundial) y/o de la heterogeneidad del público que alcanza. Valiéndose de un conjunto de procedimientos y medios hábilmente manipulados por grupos de especialistas, la comunicación satisface sus ambiciones de conquista, manipulando el material a su alcance para vulgarizar un contenido informativo o simbólico.

3 Un paisaje imaginario configurado esencialmente por imágenes se apodera, así, de la esfera de la privacidad y de las intimidades más recónditas del ser humano de hoy, inmiscuyéndolo en todo un sistema de signos que transparentan la concepción del mundo que rige la sociedad capitalista. Qué duda cabe que dentro de los medios icónicos integrantes 3 BAYLON, C. y X. MIGNOT: La Comunicación, Madrid, Cátedra, 1996, p. 180.de ese paisaje imaginario surgido a instancias de la civilización de la imagen, el CARTEL ha demostrado y continúa demostrando, con creces, su eficacia como emisor de mensajes subliminales o no tanto. Pese a la dura competencia interpuesta a su, ya histórica, presencia por otros fenómenos mediáticos mucho más “jóvenes” y a la enconada lucha con su eterna rival, la televisión, el cartel constituye en el momento presente un soporte publicitario inmediato, asequible, accesible y directo como pocos, cuyo poder de convencimiento sobre la masa hace funcionar sus mensajes con plenas garantías de éxito. Más bien de nada servirá el afán del transeunte por ignorar su presencia en el rincón más inverosímil del escenario urbano. En apenas un segundo, el espacio visual del cartel acabará englobándolo y acaparando su atención, sin quererlo ejercerá sobre él su fascinación, le mostrará el atractivo de su soporte y, por último, le hará digerir y, prácticamente, aceptar sin discusión sus propuestas. La complicidad con el medio impresa por la cercanía del cartel al dominio y hábitat humanos aparecería, así, como uno de los factores “genéticos” que informan y personalizan sus técnicas de asalto. De hecho, el cartel llega adonde la televisión, el cine y otros mass-media no pueden hacerlo. Por el mismo motivo, el cartel no precisa de unas condiciones físicas, ambientales y/o psicológicas específicas que adiestren, preparen, sugestionen o conciencien al receptor potencial. No necesita la predisposición anímica del individuo, ni depende de una coyuntura temporal a la espera del momento adecuado. Tampoco provoca la oportunidad propicia que mueva la voluntad humana a verificar ese primer movimiento que impulsa a conectar el televisor, encender el ordenador, sintonizar la radio, adquirir la prensa, sumergirse en la oscuridad de la sala y/o participar en la comunión “ritual” del cine. El cartel busca y “captura” al consumidor grabando fijaciones en su mente, invadiendo su propio terreno e irrumpiendo en su pensamiento, acechándolo y cogiéndolo por sorpresa, saliendo a su paso y forzando el encuentro. Si ésto sucede en el ámbito público y callejero, cuanto más en el caso del poster, cuyo uso y exhibición privados no suponen sino meter al “enemigo” en casa.

4 En cualquier caso, esta última idea introduce la contradicción y la paradoja en la propia fenomenología del cartel que entiende y justifica sus aspectos ideativos y creativos con una inequívoca vocación de oportunismo (en cuanto vinculación con la coyuntura concreta que demanda su existencia), obsolescencia (desgaste de sus elementos y de sí mismo) y caducidad (en cuanto a lo 4 Sobre el tema tratan GALLO, M.: Posters in History, London, Bracken Books, 1989 y RICHARDS, M.: The Rise and Fall of the Poster, Devon, David & Charles, Newton Abbot, 1971. efímero de su vigencia, intenciones y actualidad). No obstante, la incidencia de factores sociológicos diversos y, sin duda, el reconocimiento explícito a los intrínsecos valores plásticos y/o semánticos del cartel/poster, instan al público a inmiscuirse de modo consciente en la ficción que empuja a mitificar su realidad material, extradimensionándolo y “consagrándolo” como objeto artístico nato. Ese empeñarse en prolongar y mantener artificialmente la vida de una obra utilitaria que, en su sentido estricto y primario, es desplazada, destruida y, por tanto, “muere” (o debería morir), una vez superada la circunstancia específica que la genera, no viene sino a traer a colación el pensamiento de Walter Benjamin acerca de ese concepto de aura o fetichismo obsesivo por la pieza “original” que, en nuestro caso, nos induce a fosilizar, reverenciar, enmarcar y aún musealizar el cartel sin importarnos si semejantes procesos canonizadores se verifican sobre la imagen matriz o cualquiera de sus infinitas copias.

5 A propósito de la influencia desempeñada por el cartel a la hora de “educar”, flexibilizar, ejercitar y modelar la receptividad y la sensibilidad óptica del individuo, François Enel ha sido claro al reivindicar la necesidad de que aquél sea argumental pero, sobre todo, sugestivo e insinuante en aras de dotar a lo imaginario de la máscara de lo real, manteniendo en el cartel la ambigüedad de un objeto verosímil pero no forzosamente auténtico.
No en balde, le va en ello desatar, estimular y movilizar la energía mental del consumidor potencial e infundir en su psiquismo mecanismos psicológicos complejos que le hacen relacionar producto dado y sentimientos latentes, como el deseo de prestigio, de originalidad, etc., a fin de suprimir sus 5 BENJAMIN, W.: La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, ensayo inserto en Discursos interrumpidos I, Madrid, Taurus, 1973. Véanse además RAMÍREZ DOMÍNGUEZ, J.A.: Medios de masas e Historia del Arte, Madrid, Cátedra, 1988 y los trabajos de R.GUBERN: La mirada opulenta. Exploración de la iconoesfera contemporánea, Barcelona, Gustavo Gili, 1987; La imagen y la cultura de masas, Barcelona, Bruguera, 1983 y Mensajes icónicos en la cultura de masas, Barcelona, Lumen, 1974. resistencias al nuevo producto y llevarle progresivamente a su adquisición.

6 Si el propósito del cartel es unívoca e incontestablemente claro: servir de vehículo visual para la consecución de un objetivo o finalidad, los “rudimentos”, conductos y enfoques para lograrlo son tantos como individuos implicados en la materialización plástica de la idea o referente que le sirve de acicate primario. Robert Guerin aludía a esta cuestión, tan sencilla y evidente como tremendamente compleja, al sentenciar que el arte en publicidad no responde a una idea de lo bello en sí mismo, sino a una noción de utilidad. La belleza de una publicidad es la belleza simple del objeto perfectamente adaptado a sus fines. Una opinión, que no hace sino ratificar la voz de la experiencia representada por los grandes protagonistas de la historia cartelística, algunos de los cuales como Cassandre no había 6 ENEL, F.: El cartel. Lenguaje, funciones, retórica, Valencia, Fernando Torres Editor, 1974, pp. 16-17. Una panorámica imprescindible del tema la ofrece BARNICOAT, J.: Los Carteles. Su historia y lenguaje, Barcelona, Gustavo Gili, 1972 y 1995. titubeando en confesar explícitamente su escepticismo e incredulidad en el arte como algo absoluto. En verdad, se puede hacer cualquier cosa con arte.

7 En consecuencia, la subordinación a las claves de un mensaje por parte de una hábil combinación de formas, colores y signos sobre un soporte bidimensional configura el punto de partida para la búsqueda y eclosión de esa auténtica pluralidad de “bellezas” dispersas, representadas por todas y cada una de las tendencias, propuestas, alternativas y piruetas de la trama cartelística.

8 Entre tanta versatilidad, el juego impone unas reglas de tácito cumplimiento por parte de los interesados, si se pretende que el “producto” 7 Véanse PELUZZI, G.: Forma y color, Barcelona, Blume, 1968; PUIG, A.: Sociología de las formas, Barcelona, Gustavo Gili, 1979; TUBAU, I.: Dibujando carteles. Creación y realización de posters publicitarios, Barcelona, CEAC, 1982; ALBERS, J.: La interacción del color, Madrid, Alianza Editorial, 1993. 8 MEGGS, P.B.: Historia del diseño gráfico, México, Trillas, 1991; SATUÉ, E.: Diseñador, Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1994; ÍBID.: El diseño gráfico. Desde los orígenes hasta nuestros días, Madrid, Alianza Editorial, 1996; ÍBID.: El diseño gráfico en España. Historia de una forma comunicativa nueva, Madrid, Alianza Editorial, 1997; MUNARI, B.: Diseño y comunicación visual, Barcelona, Gustavo Gili, 1990; AA.VV.: Signos del Siglo. 100 años de diseño gráfico en España, Madrid, Ministerio de Economía
y Hacienda-Ministerio de Cultura, 2000; GARCÍA ARRIDO, S.: “Publicidad & Arte: el diseño gráfico”, en Nuevas tecnologías, nuevos medios, Málaga, Universidad, 1997. sirva realmente a la función primaria, consustancial a su razón de ser: convertirse en agente, seductor, portavoz y porqué no? en esclavo cualificado de la publicidad. Equilibrio, Tensión, Ritmo, Resalte, Contraste, Jerarquía, Dominio, Unidad, Peso, Prioridad, Conjunción, Interés, Conflicto, Armonía, Subordinación, Variedad, Confrontación proporcionan al creativo los criterios y resortes a la hora de proceder intelectual y estéticamente a la definición conceptual y la estructura compositiva del cartel, manipulando con libertad tales constantes en atención al tipo de estímulos y sensaciones que pretenda despertar, en comunión con el grado de complejidad del mensaje y a la sensación, anécdota y/o reflexión elegidos como receptores inmediatos de la obra. Dado que nuestra intención al escribir este texto es “preparar el ánimo” e introducir a esa parcela del público malagueño más inquieta y exigente en cuestiones artísticas en los entresijos de la interesante muestra de carteles, objeto y razón de ser de este catálogo, parece “obligado” por nuestra parte, hacerle partícipe de unas impresiones que, tal vez, quepa definir mejor como reflexiones en voz alta. Y es que, no sólo en Málaga, sino también en otras muchas ciudades que alardean de aires cosmopolitas y “universales”, no suele comprenderse exactamente qué es, qué significa y qué presupone conceptual, formal, iconográfica y funcionalmente un cartel
.

9 Basta percatarse de cómo en torno a las fechas inmediatas a determinadas celebraciones y eventos festivos, pululan por nuestro entorno (y alrededor de otros) un sinfín de malas pinturas con rótulos, dadas a la imprenta, tildadas y, por supuesto, ampulosamente “presentadas” en calidad de carteles de ferias y romerías, de saraos carnavalescos y peñistas o de farándulas folclóricas, 9 Panorámicas generales sobre la trayectoria del cartel en nuestro entorno más inmediato, desde sus orígenes hasta finales de los ochenta, continúan siendo las de F.J. FONTALVA PLATERO: El cartel en Málaga. Historia y Estética, Memoria de Licenciatura inédita, Mecanografiado, Universidad de Málaga, 1982; “Un nuevo lenguaje: El cartel”, en AA.VV.: Málaga, vol. III: Arte, Granada, Ed. Andalucía-Ed. Anel, 1984, pp. 985-992 y “El cartel como soporte conmemorativo”, en AA.VV.: Patrimonio Artístico y Monumental, Málaga, Ayuntamiento, 1990, pp. 215-228 y 312-317 deportivas y cofradieras. Ni que decir tiene que el costumbrismo caduco, el estereotipo enquistado y facilón, el casticismo asfixiante, la metáfora insulsa, la falta de imaginación y el tópico más mezquino campean por sus respetos en unas obras que, en su abrumadura mayoría (por no decir en su totalidad), repudian los logros e investigaciones de la modernidad y ni siquiera revelan unos
mínimos de calidad pictórica acordes a los presupuestos y convenciones de la pintura tradicional más estimable, esta última, sin duda, completamente desfasada en el devenir de las tendencias actuales y el discurso contemporáneo, aunque digna, y en ocasiones impecable, en el tratamiento y dominio técnico. En consecuencia, es, justamente, esa pretenciosa ambición de aura, ese ansia de aparentar tan genuinamente spanish, la que suele abocar a los carteles feriantes, semanasanteros, populistas, taurinos ... al dominio de lo kitsch. La explicación del fenómeno anterior quizás haya que rastrearla en el férreo condicionamiento y la supeditación
ejercida sobre tales géneros cartelísticos por obra y gracia de, lo que ha venido a denominarse, su estricta y radical hispanidad y su inequívoca autoctonía.

10 De hecho, en la morfología, estructura y retórica de los mismos coexisten, para colisionar finalmente, dos presupuestos básicos. Uno de ellos sería el originario referente comercial y publicitario. Frente a éste se alza el controvertido elenco de “esencias” (castizas, folclóricas,
populistas, pintorescas, religiosas...) del acontecimiento festivo a anunciar, todas ellas aliadas a la presión invisible de los sectores promotores. Este auténtico poder en la sombra puede llegar a coartar (por no decir que coarta) la libertad del 10 Véase la problemática de estos géneros cartelísticos a través de los trabajos de CLAVIJO GARCÍA, A. y RAMÍREZ DOMÍNGUEZ, J.A.: El cartel de la Semana Santa malagueña, Málaga, Museo Diocesano de Arte Sacro-Caja de Ahorros de Ronda, 1981; GÓMEZ JIMÉNEZ, P.J.: “La renovación del cartel cofrade”, Diario 16 de Málaga, 7-X-1995, p. 14; RODRÍGUEZ MARÍN, F.J.: “El cartel de la Semana Santa”, en AA.VV.: Patrimonio artístico de las Cofradías, Málaga, Arguval, 1990, pp. 122-127; ÍBID.:
“Fotografía y Semana Santa: el cartel como elemento conmemorativo y propagandístico”, Vía Crucis de Málaga., 8, 1991, pp. 13-19; TORRES AGUILAR, F.: “Mito y folclore. La imagen de la mujer en una década de carteles de Semana Santa (1921-1931)”, Boletín de Arte, 20, 1999, pp. 297-317 ; SÁNCHEZ LÓPEZ, J.A.: “Estética e Iconografía del cartel de la Feria”, Abanico. Suplemento SUR, 16-VIII-1997, pp. 96-100.
creador, en cuanto imponen variopintas formas de “decoro” que minimizan el impacto visual y la fuerza expresiva del producto. La mayoría de las veces se asiste a una solución de compromiso (cuando no al bodrio), en virtud de la cual se sacrifica la necesaria libertad plástica del supuesto cartel, cuya carga conceptual y formal queda ahogada entre estereotipos de signo conservador y/o torpemente disfrazado con ribetes de falsa “modernidad”. En consecuencia, ambos factores se diluyen en una confusa amalgama, dentro de la cual el componente publicitario y estilístico saldrá perdiendo por el “temor” a una hipotética adulteración o “profanación” de la celebración anunciada. Con el triunfo de esta situación, ¡qué duda cabe!, ha venido asistiéndose a una devaluación de la intención primaria de todo cartel encuadrado en estos géneros que se precie de serlo. Por fortuna, esa decadencia del cartel, fraguada al compás de las exigencias, demandas y gustos de la gran masa que se apodera, financia y “modela”, para determinar, a la postre y a su favor, la propia configuración de la fiesta, contrasta con las iniciativas, de signo más renovador, surgidas al calor de otros sectores, desde luego más minoritarios, pero no menos tenaces que aquéllos en hacer oir su voz mediante alternativas y conceptos icónicos distintos. Pese a tratarse de carteles con menor repercusión y capacidad reiterativa que los pseudo/bodrio-carteles por lo limitado de su tirada, la necesidad de seducir la atención del público “vendiéndole” una determinada oferta cultural, un evento profesional, un espectáculo, un estreno cinematográfico, la puesta en venta de un disco, un certamen, una iniciativa solidaria, una concentración humana, un acto reivindicativo... ha generado la diversificación de esta sugestiva cartelería, ultiplicándose los géneros y, por supuesto, los criterios técnicos e ideativos implicados en su elaboración.

11 La participación del diseñador gráfico profesional y de otros profesionales vinculados a la creación plástica, publicitaria y/o la actividad proyectual (en el caso de Málaga, nombres como los de Eugenio Chicano, Antonio Suárez-Chamorro, Rogelio López Cuenca, José Fernández Oyarzábal, Antonio Herráiz, Javier Olveira & Ana García Kirmse, Sebastián García Garrido, Rafamateo, Pepo Pérez, Pedro E. Alarcón Ramírez, Vicente Canteli,...) ha propiciado la incorporación de los procedimientos digitales a los presupuestos rigurosamente “clásicos” y racionalistas del diseño gráfico, sin olvidar la generalización del siempre sugerente fotomontaje, en comunión o, bien como propuestas paralelas, a la neta plasticidad extraída de la revisión de los movimientos contemporáneos, del entronque e11 AA.VV.: Art & Pub, París, Centre Pompidou, 1990; RUBIN, D.S.: It´s Only Rock and Roll. Rock and Roll Currents in ontemporary Art, Munich-New York, Prestel, 1995; SÁNCHEZ LÓPEZ, R.: El cartel de cine. Arte y publicidad, Universidad, Zaragoza, 1997; GARCÍA GARRIDO, S.; MOLINA REINA, J.J. y CABRERA ORTIZ, J.L.: Ilustradores del Pop, Málaga, Diputación Provincial, 2000; TORRES AGUILAR, F.: “Actualización de la estética cartelística a través de un nuevo género: el cartel de los festivales de cine”, Boletín de Arte, 21, 2000, (en prensa). interacción con los media y/o de las investigaciones inherentes a las transformaciones y renovaciones continuadas del universo artístico.

12 En cualquier caso, las posibilidades y recursos empleados en esta nueva cartelería son bien variadas, tanto como los resultados. Desde una concepción motivada y motivadora del diseño que lo entiende como divertimento y experiencia vitalista que proporciona al creador y al receptor la emoción del proceso creativo, a la ingeniosa tergiversación posmoderna de situaciones y clichés extrapolados a insólitos entornos evocadores de referencias locales, los cuales aproximan el cartel al público y verifican un guiño a lo cotidiano, a costa del inicial desconcierto que sacude y hace brotar, después, el sentido del humor. Sin menoscabo de la validez y eficacia de tales fórmulas, los 12 Además de serlo en las dos últimas obras citadas en la nota anterior, el perfil profesional de algunos de estos autores y su implicación en el cartel es abordado por SÁENZ DE MIERA, A.: Papeles Secundarios. Los escenarios de Málaga en los carteles de Pepe F. Oyarzábal, Málaga, Teatro Municipal Miguel de Cervantes, 1997; JIMÉNEZ FERNÁNDEZ, L.: Suárez-Chamorro. Las orillas del tiempo, Málaga, Ayuntamiento de Rincón de la Victoria-Diputación Provincial, 2000 y RÍOS MOYANO, S.: “Publicidad, carteles y... ¿carteles?”, Málaga. Variaciones, 32, 1999, pp. 34-35. carteles recogidos en esta muestra hacen suya una plasticidad distinta que apuesta, sin fisuras, por convertir una obra de cualidad esculto- pictórica en andamiaje y/o soporte mismo del cartel, propiciando, acto seguido, la inserción del símbolo en un laberinto abstracto y otra manera de entender y calibrar el poder de la letra como icono. Recurso tan sencillo actúa de elemento vertebrador del conjunto e instrumento potenciador de significados yuxtapuestos ante el espectador por la acumulación de citas referenciales integradas en la obra vía tapado y/o vía collage. No obstante, las nociones de prioridad y jerarquía las reconducen de inmediato a la función publicitaria primordial. Es evidente que de manos de estos nuevos creadores puede ir llegando esa esperanzadora renovación de los idiomas gráficos que permitan recuperar al cartel ese carácter innovador que siempre le distinguió y que por naturaleza le pertenece, tal y como cabría esperar de uno de los agentes pioneros del lenguaje mass-mediático.